Dicen que ella ya no es ella.

Dicen que ya no llora como antes, que parece que su corazón se ha fugado, y en cierto modo, tienen razón, está roto como las medias escondidas en el último cajón, recordándolo día tras día su última noche, escribiéndole versos sobre su espalda.

Dicen que su mirada está perdida en el abismo de caminares desconocidos, que su piel se eriza solo con nombrar cualquier nombre que contenga sus iniciales. Ella prefiere quedarse en la cama de sonrisas fugitivas, antes que volver al precipicio de la suya, y enfrentarse al Dolor que se asoma entre sus sabanas.

Dicen que sueña demasiado últimamente, y no saben que en verdad, huye de ellos. A través de besos apasionados sin sentimientos, y poesía vacía que escribe su tinta desgastada. Ella vuelve a ser tan volátil como antes de presenciar la propia destrucción de su corazón.

Dicen que sus palabras ya no están llenas de bellezas, que son una autodestrucción permanente, sin saber que esas son las que se ajustan a su realidad. Que ya no habla igual, ni su sonrisa expresa aquella felicidad. Parece que la Tristeza vence la batalla, y los monstruos salen a celebrarlo en sus heridas, haciendo que estas, se abran más y más.

Dicen y dicen, y siguiendo diciendo, pero nadie se atreve a sacarla de esa Soledad que la abruma y le machaca día sí y día no, hundiéndole cada vez más en el gran océano que inunda su ser.