Me quiso sin excusas ni motivos.
A Mel,
que me quiso sin
excusas ni motivos
ni metáforas en las que esconderse
cuando venía una
tormenta.
No queda nada de lo que dejaste en mi caja
torácica. No quedan ni siquiera restos de aquellos versos a los que llamaste
poesía; no quedan recuerdos a los que agarrarse cuando los demonios me
proclaman guerra, no quedan restos de besos en mi cuello ni caricias que luchen
por ascender y descender continuamente por mi cuerpo; no queda nada y no sé
donde pueden estar todos aquellos momentos que compartimos.
Siento un vacío casi asfixiante en mi garganta, supongo que es culpa
de todas aquellas risas que nunca
quisiste escuchar o de aquellas espinas que me clavaste antes de girar
el pomo y prometer que nunca volverías y que si lo hacías, sería para destruir
lo poco que quedase en pie de ti en mi.
Pero sé que mentías, que tu corazón se iba comiendo a sí mismo por culpa del
miedo que se hacía visible en tus pupilas, sé que mentías porque mientras pronunciabas
esas palabras tus dedos dibujaban un te quiero en el aire y un grito de
desesperación inundó tu garganta por unos segundos.
Me quisiste de la manera más brusca, dulce, loca y caótica como jamás
nadie me había querido y yo, solo pude
responder con mi manera más pasiva de querer, sin mostrar ningún atisbo de
emoción cuando tus labios acariciaban levemente mi mejilla, transformaba los
detalles más diminutos pero importantes, invisibles. Y sé que te dolía todas
las noches en tu lado izquierdo de la vida, que era yo el culpable de tus lágrimas
aunque tú lo negabas, dibujando media sonrisa en tu rostro. Lo siento.
Te perdí y deje que lo hicieras porque era lo mejor para los dos. Existirá uno que merezca tus susurros, tus caricias, tus diez mil vueltas en la
cama y tus besos de buenos días, tardes y noches. Existirá uno que merezca que le
dibujes de lado, de perfil y en todos los ángulos posibles, que entenderá mejor
que yo tu manía de creerte pájaro, tormenta y salvavidas. Que sabrá cómo parar tu vuelo, como
convencerte de que todo lo que quieres esta a su lado, que el cielo no puede
tenerte porque es demasiado pequeño para ti. Él podrá quererte cuando seas una herida que
esconde un otoño completamente deshojado, sabrá qué hacer cuando el mar golpe
tu puerta y te envuelva con sus brazos en forma de olas, pidiéndote que te sumerges
en él para siempre.
Y quédate con él, no huyas ni tires por el balcón todas aquellas
palabras que te clave en los labios, no le prohíbas que utilice tus costillas
como un piano para crear la melodía que encandilara a tus oídos. Quédate porque
él podrá acunarte cuando algún monstruo te declaré su archienemiga, él será el
único que despierte dentro de ti tu
tinta, como un día conseguí hacer yo.
Quédate, yo no te esperaré.
Estaré demasiado ocupado destruyendo los pocos edificios que dejaste en pie.
Quédate con él y no mires atrás, yo
sabré como salir de este caos que lleva tu nombre.
Me quisiste con
el miedo en tus ojos
Sabiendo que te
haría daño,
Me quisiste y yo
nunca sabré como agradecértelo.
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