Te esperé como quien espera a las tres y media...
Te esperé como quien espera a las tres y
media el tren de las tres.
Era invierno o tal vez un otoño
enterrado bajo la nieve. Viniste con la
sonrisa a trozos y un auxilio pintado en la frente, querías compartir tu
desastre con alguien y yo, aún con el corazón hecho polvo, decidí darte un
cobijo. Empezamos a derrochar tinta en folios blanco, garabateando nuestro
dolor de distintas formas, escribiendo versos que nunca tuvieron destinatario y apaciguando la tormenta interior que nos ahogaba de noche.
Siempre fuiste el ahogado que no sabía
nadar pero en cierto modo, eras capaz de salvar a los demás. Como quisimos o
como pudimos nos acariciamos las heridas y mordimos a los monstruos que no nos daban la tregua que
pedían nuestros corazones. A veces pienso que nos quisimos por querernos,
porque no encontramos una espalda donde esconder nuestros miedos.
Me acuerdo de ese dos de Abril donde la primavera,
tímida, salía a despertar a las rosas de nuestro jardín. Nunca había tenido
miedo de perderte, nunca se me había pasado esa posibilidad hasta que llego ese
maldito dos de Abril de un año que no recuerdo; te marchaste con el corazón
cerrado a cal y canto, dejando un camino de espinas a tu espalda y una sonrisa
a medio construir en la cama, ordenaste las sabanas y abriste el armario donde
todas mis pesadillas se escondían.
Te esperé como quien espera a las tres y
media el tren de las tres aunque sepa que nunca vendrá.
Dibujé golondrinas donde antes había
estado escrito tu nombre, recogí mis esperanzas en un saco que nunca más volví
a ver y de nuevo, empecé mi puzle desde el principio, apartando las piezas que
tu pusiste y rompiendo aquellas que siempre quise que encajaran.
Me obligué a omitir los puntos suspensivos que habías
puesto a nuestra historia y los reemplace por el único punto que debiste haber
puesto. Desde entonces, te he escrito y sé con seguridad, que tu a mí también.
Nos convertimos en la musa y en el escritor del otro pero nunca supimos
vivir nos.
No sé si yo fui quien dejo que te marcharás o fuiste tú
quien dejo que la puerta se cerrara, creyendo que yo me iría contigo... Acabamos desconociendo nuestras cicatrices y deseando contar los lunares del
otro para calmar la tormenta de nuestra cama.
Te
esperé como quien espera a las tres y media el tren de las tres hasta que se hacen
las cinco y otro tren decide pasar por su estación; no vuelvas, ya no hay nadie
que te espere.
Puf, me ha encantado, el final es desgarrador. Me encanta como transmites! Un besito :)
ResponderEliminarEs difícil querer y no tener a la persona querida pero también es difícil ser querido y luego ser olvidado. A pesar de ser algo natural dejar de ser alguien especial para esa persona te hace sentirte desplazado... También hay que aprender a vivir con eso...
ResponderEliminarUn besoo!
Me chifla.
ResponderEliminarQue la tormenta se vaya lejos, bien lejos. Y que nunca vuelva el tren.
Miss Carrousel
Como siempre, llegándome al corazón.
ResponderEliminarMe ha encantado, lo echaba de menos, esa magia en cada letra que solo tú eres capaz de tener.. Gracias.
Un abrazo muy fuerte.