Espérame o desespérame .

Intente convertir las batallas en una gran guerra, donde mi sonrisa consiguiese alejarse de tu mirada cálida, aquella que conseguía que me mantuviese de pie ante cualquier tormenta. Deshice los recuerdos en varios versos llenos de vacíos donde tus labios ya no tenían hueco, ni tus abrazos podrían acogerme antes de que el mar me tragase.

Conseguir reconstruir la frontera entre tus dedos y mi pierna, pude pintar de nuevo el silencio de negro, en luto por tu huellas perdidas. Fui valiente para decirte adiós, esta vez no en susurros, si no, en un gemido con el fin de hacerte creer que ya había encontrado a otro, que conseguía reanimar este corazón medio congelado, medio muerto por tu presencia -ausencia-.

Al final pude echarte de menos en condiciones, cuando me enrollaba entre mis sabanas a falta de un cuerpo que me calentase. Mientras mi bic decidía escribir sobre espaldas sin dueñas, y pasearse en lunares que nadie se había atrevido a acariciar.

Me atreví a deslizarme en recuerdos de otros perdidos, y rescatar excusas de segundos cajones, con el fin de convencerme que nuestra historia solo fue un mero cuento, de esos que no conseguían desgarrar corazones, solo rozar almas y abrir heridas que eran capaces de desaparecer con el tiempo.

Les regale poemas a desconocidos de miradas llenas de puñales, y los abrace como si realmente te abrazase a ti.  Mientras acunaba junto con la luna sus mentes vagabundas. Dejé que el tren volviese por mi estación tres veces, y en ninguna acepte su invitación,  con el fin de arreglarme el vestido violeta que rompiste una noche antes, de que mi voz te dijese ‘Vete’.

Y este fue el modo que utilice para que mis dedos no temblase de frío, y el miedo no me venciese de nuevo, aún sin haber conseguido ganar la guerra.